No se lo cuentes a nadie.
1 | Hace poco tiempo, en realidad apenas unos días, estuve en el cine viendo Charlie y la fábrica de chocolate, el reciente locurón de Burton, preparado a base de remakes y jhonny depps.
Willie Wonka, el dueño y mentor de la fábrica, sortea cinco (5) tickets dorados escondidos en sus barras de chocolate para recorrer su misterioso establecimiento. En un momento de la peli (pésimamente doblada, por cierto), Charlie, un niño pobre que vive con sus padres y abuelos en una casa torcida, se encuentra un billete de diez (10) dólares y corre a comprarse una barra (caro el chocolate!) con tanta buena suerte que justo el último ticket dorado se escondía en el interior del paquete. Enseguida, toda la gente que estaba en el quiosco quiso comprarle el boleto pero Charlie hizo caso omiso y corrió hacia su casa torcida. Allí, toda la familia descorcha Farrucas imaginarias por la buena suerte de Charlie a lo que éste responde que venderá el golden ticket para comprar comida. Uno de sus abuelos le retruca maravillosamente: “Charlie, en el mundo hay un montón de dinero, y se imprime más cada día. Tu tienes un ticket dorado de los cuales solo hay cinco (5) en el mundo. ¿de verdad vas a cambiarlo por algo tan común como el dinero?”
2 | Cuando en el 2002 con sucesores de la bestia llegamos a la final del concurso Rock en Obras, estabamos muy ilusionados con haber sido elegidos de entre más de mil (1000) bandas de todo el país, haber tocado en el Templo del Rock, haber ganado el pase a la final, haber dormido en un hotel de doscientos (200) pesos la noche y teníamos frente a nuestros ojos el primer contrato discográfico (pues ese era el premio del concurso) que había que firmar previo a tocar en la final; si ganábamos, el contrato era nuestro.
Por supuesto, el papelito en cuestión eran puras obligaciones para el artista y una lista muy bien detallada de beneficios para el productor.
Recuerdo que ahí, en ese momento comencé a pensar que sucesores también tenía un capital, un ticket dorado que mucha gente quería o iba a pretender comprar, las canciones, nuestra música, que debía seguir siendo nuestra si queríamos abrir caminos. No firmamos. E instamos a las otras siete (7) bandas que no lo hicieran.
Desde BA nos llamaban con frecuencia para que tocáramos en la final, prometiendo esclavas sexuales de por vida, a Pergolini de mayordomo y una gira por el mundo en ochenta (80) días. En el papelito no decía nada de eso. Creo que la banda que ganó en el dosmildos (2002) recién a principios de este año terminó con el juicio.
3 | La independencia es la circunstancia que hoy nos toca vivir. No es para nosotros un estandarte. Para ser más precisos, podríamos hablar de sentido común. A sucesores la independencia le conviene. La cuestión ideológica, por supuesto, viene aparejada con una posición de este tipo. Pero está lejos de nosotros el deseo de destruir a las discográficas. Simplemente sucede que ellas no tienen nada para ofrecernos (o mejor dicho: no nos ofrecen nada) que no podamos hacer por nuestra cuenta.
Es cierto, muchos dirán que la cuesta es más empinada. A lo que respondo: la independencia, si tiene algo de positivo aparte del rédito económico (que si te va bien es mucho pero mucho mayor que estando bajo un sello en la Argentina. p.e.: redondos, la renga, el otro yo) es la posibilidad de separar estratégicamente el negocio de la cuestión artística manteniendo el control de lo que uno hace, dice, toca y graba en un disco. Es decir, si te va mal o bien, depende solo de las ganas, plata (poca) y la cabeza que le pongas a tu proyecto.
4 | Creo en la prepotencia de trabajo creativo. Creo que si te pasaste diez (10) años tocando y no hiciste ni un poco de ruido, es el momento de replantearte si estás haciendo bien las cosas.
No creo en el éxito. No creo en quedarse esperando. No creo en la música “comercial”. Me la paso “avivando giles”. Creo en compartir todos los datos, todos los contactos, todos los escenarios. Creo que nadie me va a robar el contrato del millón (1.000.000) de dólares. Creo que eso no existe.
Creo que los músicos tienen que saber cómo es la cocina de las cosas, independientemente de que luego, en una instancia ideal, puedan dedicarse a tocar la guitarrita mientras otros hacen el laburo de producción que una banda requiere.
Creo que nuestro capital son nuestras ideas, nuestras pequeñas canciones. Me ocupa que brillen más día a día. Les saco lustre para que se parezcan a lo que sucede en mi cabeza. Casi nunca me sale.
Creo que es indiscutiblemente más fácil, que nos vaya bien a todos que a uno solo.
Que nos vaya bien a todos.
Daniel Perez
http://www.sucesoresdelabestia.com.ar/
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