Por: Carbajales Germán y Mondino Gastón.
“Es necesario que se comprenda que toda la inteligencia no es más que una vasta eventualidad, y se puede perder no ya como el alienado que esta muerto, sino como el ser viviente que está en la vida y que siente sobre sí la atracción y el soplo (de la inteligencia, no de la vida)”
A. Artaud
“¿Alguien sabe lo que es estar muerto?”
Cáp. I – Escena I
Personajes: Hombre mundano
El Patizambo
Doctor
Se ilumina la escena. En el centro del escenario dos hombres bailan al ritmo de un valls que únicamente ellos parecen escuchar. El salón fiesta está apenas decorado por unas viejas guirnaldas que cuelgan en una de las esquinas.
El Hombre mundano: (habla sin mirar al hombre con quien baila) Qué calor insoportable hizo hoy, che; creo que tengo húmedos los huevos, loco…
Patizambo: (le habla siempre al oído) Las amígdalas del placer brotaron como espinas después de excretar.
HM: Claro que sí, la humedad es terrible por estas épocas… ¡Sooofoca!
P: (mirando hacia el techo del salón) Despertarte en ambulancias, con el corazón roído por murciélagos violáceos… ¡Pero los dedos firmes, ¿eh?! (Levantando la voz) ¡Firmes!
Ambos siguen bailando dando vueltas, recorriendo la mayoría del escenario.
HM: (Quejándose pero con aire resignado) Llega fin de año, llegan las fiestas ¡Pero los bolsillos siguen secos, che! Ni un peso para variar.
P: (Empieza a encolerizarse) Infiltraciones endovenosas de la carne petrificada como vomitando sentados en una pelela arbitraria.
HM: Esté país siempre igual, siempre lo mismo ¿Por qué no se van todos de una buena vez?
P: (comienza a buscar la mirada del hombre) Fuiste de cuerpo esta mañana, como siempre, despojando a la momia de sus órganos para embalsamarla!
HM: ¿Qué va a ser? Así es la vida. Es lo que hay.
P: (Gritándole) ¡Te petrificaste! (Como si quisiera despertarlo) ¡Te olvidaste de que tus extremidades podrían destellar en cada momento, una y otra vez, una y otra vez!
HM: El Psicólogo insiste ¿Sabías? Pero yo te digo, me saco el Quini y chau vieja, a la mierda. Me olvido de todo ¡Tiro la casa por la ventana!
P: (Levanta aún más la voz y sacude al hombre) ¡Débil es la carne cuando se patea el cuerpo!
Siguen bailando. El tiempo pasa.
HM: Che ¿Tenes hora? Vos sabes que se me esta haciendo un poco tarde, vamos a tener que seguirla después, te voy a tener que ir dejando.
P: (Todavía no se resigna. En tono amigable.) Que importancia tiene si la mayoría vive fuera de su tiempo y de su espacio.
HM: Un gusto haberte encontrado, que sigas bien, ojala nunca cambies. Te dejo porque me agarro un hambre bárbara ¡Ah! Te digo algo igual, no te entendí ni “j” de lo que decís.
Dejan de bailar el valls. Comienza a sonar la música que coincide con el ritmo que llevaban. El hombre mundano comienza a sentir unos dolores en el estomago. Se agarra la panza con ambas manos. Sus ojos parecen perdidos, como así también su andar.
P: (En tono siniestro, sarcástico) No se trata de entender ¡¿Ves?! ¡Ahí está! Lo mismo que te lleva a querer entender, te arrastra a creer que podrías llegar a morirte de hambre. (se encoge de hombros esperando una respuesta)
El dolor del hombre mundano se hace más agudo. Se sigue tomando la zona y ahora comienza a caminar en círculos, como fuera de sí.
P: (Continua sermoneándolo) No has conocido otro sabor que el de la comida antes masticada por otros.
HM: (El dolor se le hace insoportable. Se apreta el vientre con mas fuerza todavía. Onomatopeyas de dolor) Deben ser los churrascos que comí al mediodía y que tanto me cuesta digerir.
El Patizambo da un giro sobre si mismo. Ahora encarna a un doctor efusivo y atolondrado. Este agarra el brazo del hombre mundano, ahora su paciente, y lo examina.
Doctor: 19.6, tenes un poquito alta la máxima, tomate esto (le da una pastilla)
D: (Tocándole la frente) Fiebre no tenes. (Le agarra el mentón y le abre la boca) Abrí bien grande, a ver ¡Ah, no! ¡No tenes nada! Debes estar empachado nomás. Tomate una de estas (le da otra pastilla y le da de palmadas en el hombro) y cualquier cosita te venís para acá de nuevo.
El Doctor hace un giro, retornando en el personaje del Patizambo.
P: ¿Crees que vas a poder localizar tu espíritu en alguna parte de tu cuerpo?
Al hombre mundano se le comienza a lacerar la lengua y le empiezan a salir yagas en la misma.
HM: (Apenas modulando y con quejidos de por medio) ¡Mi lengua!.... ¡Se está hinchando! ¿Qué son estas yagas?
El hombre mundano agarra un cuchillo que encuentra tirado en el piso y se corta la lengua en dos tiempos. El Patizambo lo mira unos segundos. Tiempo.
P: (Ni con, ni sin ánimo) Ahora hablamos el mismo idioma.
El hombre mundano llega al extremo de su enajenación. Se arrodilla. Busca algo a la altura de la cintura, en su espalda. Saca una pistola y se vuela la cien. El Patizambo grita acongojado al lado del cadáver.
-FIN-
Intensidades recorridas a partir de la producción de la “obra”.
“No me parece que lo mas urgente sea defender una cultura cuya existencia nunca ha liberado al hombre de la preocupación de vivir mejor y de tener hambre, sino extraer de aquello que se llama cultura ideas cuya fuerza viviente es idéntica a la del hambre”.-A. Artaúd
El párrafo citado arriba, fue y es la inyección motora de la obrita que creamos y que damos a conocer más arriba.
En el viaje desterritorializante del Hombre Mundano por lograr un cuerpo sin órganos, vemos que se encuentra con el Patizambo. El absurdo y la irrealidad se mezclan para que estos dos personajes se afecten de manera simultánea. Las intensidades que entre ellos conviven, como así también los afectos que se potencian el uno al otro, parecen no tener ninguna lógica significante en un mundo común y corriente como el nuestro. Pero en esta obra donde se mimetizan lo aparente y lo casual, vemos que lo único que sentiríamos que comparten es la danza en la que están imbuidos, ambos componiendo sus cuerpos dóciles en un contexto que los condiciona a bailar cuando ni siquiera suena alguna música de fondo. Creemos que solo bailan por el hecho de que se encuentran en un salón de fiesta.
No es así. Ellos lo hacen afirmándose en el azar. Sabiendo que la potencia está en el encuentro de los cuerpos y no más allá. Justificación que en un principio los lleva a no interpelarse. Los personajes se encuentran. Si ambos componen un encuentro, es en un principio, solo posible gracias a la danza. Mediante la danza ambos personajes cobran vida. Actúan. Ya no son solo pasiones tristes o alegres ambulantes. Ahora componen una relación, sismo-choque, PASO, transición de una composición de relaciones a otra. La danza-encuentro. La irrealidad y el absurdo parecen colmar la escena. Pero cómo es que el hombre mundano siendo tan mundano no afecte más que por el mismo baile, al patizambo. Y cómo es que el patizambo no afecta al hombre mundano sino porque es capaz de no perder el paso. Paso que juntos cincelan sin saber que de fondo no hay música que seguir. La música es posible, en tanto, en la relación que componen. El espectador participa de otro plano. No es que no sea capaz de escuchar la música sino que no la oye pues está componiendo una nueva relación con los dos personajes que se muestran en escena. Si ambos personajes corren algún peligro es precisamente el de que por algún motivo la danza que les da vida se descomponga. “Nadie es libre más allá del encuentro…, no hay substancia, no somos algo independiente”, dice Spinoza. Y lo que hace libre al hombre mundano y al patizambo no es el hecho de decir cualquier cosa, sino el devenir que les transfiere cada vuelta, cada movimiento que van formando co-juntos.
Nos vamos deteniendo en las actitudes de los dos personajes. Observamos. El hombre mundano pareciera estar en los clásicos clichés conversacionales al que se acostumbra cuando uno quiere evitar afectarse profundamente de los encuentros. Sentir que uno no puede componer nada con aquellas personas. Nomás un par de frases preconstruidas dentro de algunas formulas para denotar que el encuentro disminuye nuestra potencia. En cambio el Patizambo aprovecha para querer hacer cuerpo con este apresurado-hombre mundano, hombre-acontecimiento. Pareciera que ninguno se esta afectando por fuera de la danza que componen. Hasta que… ¡Alto! ¿Han logrado entablar conversación?
Apenas hizo falta que uno se dirigiera al otro comentándole que no le había entendido nada, para que el otro pudiera hacer alguna interpelación. La afección se dió positiva. Comienza su dolor, comienza su viaje por el mar del cuerpo esquizo ¿Soportará la desterritorialización? ¿Morirá siendo solo un cuerpo vació?
En un impulso reactivo acaba por no aceptar su dolor. Él se ha cortado su lengua. Trata de librarse del azar. Si bien hizo el lanzamiento, no lo acepta bajo ninguna forma. No acepta el devenir de su viaje.
En su incesante dolor, el Patizambo sigue atormentándolo con el juego de la creación. Con la búsqueda activa del cuerpo sin órganos. El hombre mundano termina con su vida. Otra desterritorialización fallida.
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